Dos Miradas de la Inversión Privada

La recesión que finalmente tuvo que reconocer el gobierno ha abierto la discusión sobre las opciones frente a esta situación, y en particular, las distintas miradas que existen sobre la inversión privada. Habiendo diversidad, remarquemos que es un consenso que una causa fundamental de la recesión es la inestabilidad política, el desprestigio internacional y el repudio nacional al gobierno Boluarte – Otárola- Congreso. El asesinato de 60 compatriotas y el arreglo de impunidad de tales crímenes en las alturas del poder que ha sido observado por las Naciones Unidas y la OEA, la acentuada corrupción en el Congreso y sus decisiones de acabar con la democracia controlando la Junta Nacional de Justicia y a través de ella el Poder Judicial, las fiscalías y el Jurado Nacional de Elecciones son lo que nos ha llevado a este deterioro institucional de profundas consecuencias sobre la economía y la inversión.

Ante la crisis económica la propuesta más difundida en los medios concentrados de comunicación por voceros neoliberales y de las grandes empresas dice que la clave es recuperar “la confianza de los inversionistas” y para ello proponen rebajarles impuestos y recortar derechos laborales. Ya el gobierno anuncia medidas y leyes en este sentido para sectores específicos. Otros reclaman imponer como sea los proyectos mineros que han sido rechazados en algunos territorios. Tales medidas no recuperarán nuestra economía por varias razones. Primero, olvidan que ya los ingresos del estado en Perú son muy bajos, como porcentaje del PBI son la mitad que el promedio de la OCDE y un tercio menos que el promedio latinoamericano; si estos bajan más aún habría que reducir la inversión pública en carreteras, educación y salud pública aún peores de las que tenemos ahora ¿acaso con pésima infraestructura, educación pública y salud se genera un ambiente propicio a la inversión privada? En segundo lugar, hoy que la innovación y las nuevas tecnologías marcan la pauta del crecimiento económico en el mundo, el progreso no pasa por “cholo barato y sumiso” sino por aprovechar las potencialidades humanas en las empresas con un trato justo y dialogante. En tercer lugar, hay un enorme descontento social producto de la desigualdad, el centralismo y los abusos de los grandes poderes económicos, agravar esa situación sería como echar gasolina al fuego. Porque si bien las protestas sociales fueron acalladas con balas asesinas, muchos sienten la injusticia más a flor de piel y junto a la pobreza en aumento eso promueve conductas delictivas, minería ilegal y narcotráfico, e inestabilidad política. Hasta el Financial Times en un artículo reciente sobre el Perú ha resaltado eso.

Por otro lado, no debemos olvidar que 15 millones de peruanos (dos tercios del total de trabajadores) están empujando por sacar adelante sus pequeñas y microempresas, y que aún estando en pobreza la mitad de ellos, producen un 40% del PBI nacional. Ellos también producen e invierten. Estos emprendedores peruanos no tienen la opción de los dueños de la Confiep de sacar su plata del país para llevársela a algún paraíso fiscal. Para el pequeño agricultor familiar, su futuro pasa por que crezca su rebaño de ovejas, vacas o alpacas, tecnificar su sistema de riego, sacar de donde sea para comprar fertilizante y/o cambiarse a producir paltas poniendo un pequeño capital que para ellos es un gran esfuerzo y esperar un par de años hasta que las plantas produzcan. Para el esforzado emprendedor que fabrica muebles en Villa El Salvador, es también necesario invertir para renovar su maquinaria, buscar un nuevo mercado para sus productos, adecuarse a nuevos materiales y deseos de los consumidores. Lo que necesitan ellos para invertir es que las carreteras y caminos sean rehabilitados y tengan buen mantenimiento para bajar sus costos de transporte hacia las provincias, sus hijos puedan tener mejor educación para apoyar con sus conocimientos al negocio familiar que y sus trabajadores tengan la salud asegurada para que se concentren en producir mejor sin la preocupación aguda de un familiar enfermo que carece de atención, y todo eso necesita más inversión pública. Hoy les resulta urgente que el consumo nacional aumente para que puedan vender con facilidad sus productos, acceder a crédito a tasas de interés más bajas, recibir un apoyo para vincularse a cadenas de valor y mejoras tecnológicas y que pagar impuestos justos no sea un vía crucis mientras los grandes monopolios consiguen que sus deudas tributarias por 12 mil millones de soles les sean anuladas.

Desde una mirada de mayor alcance, la discusión nacional sobre la inversión, la recuperación económica y el sector privado requiere ponerse a tono con un mundo que ya dejó de creer en un estado mínimo y que la economía sea exclusivamente asunto de grandes empresarios privados. Ya no sólo es China quien ha dado ejemplo de crecimiento con inversión privada sustancial pero donde el estado orienta el desarrollo, apoya con toda fuerza las grandes innovaciones tecnológicas, impulsa la transición hacia las energías renovable y pone un pare a los nuevos billonarios cuando adquieren excesivo poder. Estados Unidos está gastando 3 billones de dólares en subsidios a sus industrias para que avancen tecnológicamente y se vuelvan menos nocivas al ambiente. Mariana Mazzucatto, quien ha adquirido mucha fama con sus libros y trabajo en una universidad londinense (UCL), ha convencido que se debe orientar el desarrollo mediante “grandes misiones” con una nueva relación de cooperación entre estado y empresas donde los beneficios del cambio tecnológico sean repartidos con más equidad entre los privados y lo público.

Insistir en ideologías del siglo pasado que priorizan la exportación de materias primas sin industrializar, con trabajadores sin derechos y bajos impuestos para que las grandes corporaciones que se llevan nuestras riquezas obtengan sobreganancias aún mayores, es cerrar los ojos ante las transformaciones mundiales y a nuestra propia historia de subdesarrollo y corrupción. Hay grandes intereses en quienes ganarán miles de millones con esas medidas, que hoy abraza el gobierno Otárola-Congreso pensando que sólo así podrá mantener un tiempo más el único apoyo real que tiene, el de la Confiep. Quizás lo logre por unos meses, pero una política que agrave inequidades tiene pies de barro, no traerá progreso y sí grandes riesgos políticos para nuestra patria.

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