¿Qué hacer frente al Oligopolio de la Banca?

Las ganancias del Banco de Crédito sumaron el año pasado 4,480 millones de soles.  El año 2010, antes de las elecciones en las que Dionisio Romero le entregó los 3 millones 650 mil dólares en maletines a Keiko, eran 1,803 millones: la “inversión” en comprar fujimoristas resultó muy rendidora. A Carlos Rodríguez Pastor, otro aportante destacado, no le ha ido nada mal: las ganancias de Interbank fueron de 1,364 millones de soles el 2018.

Los bancos se embolsan enormes cantidades porque cobran altísimas tasas de interés en tarjetas de crédito y a micro y pequeños empresarios, que puede ser de 40 por ciento o 60 por ciento anual, mientras nos pagan por nuestros ahorros unas tasas ridículamente bajas (ni 1 por ciento). Apenas cuatro bancos controlan el 80 por ciento del mercado de crédito, entre estos el Banco de Crédito que dirige Dionisio Romero e Interbank de Carlos Rodríguez-Pastor. Las altas tasas de interés tienen una razón de ser y son las ganancias de estos destacados donantes a la campaña de Keiko.

“El sistema financiero peruano exhibe además bajos niveles de eficiencia en comparación con el resto de países de América Latina y de la OCDE. Uno de los indicadores que refleja esta característica es el elevado spread de tasas de interés. De acuerdo con el Global Financial Development Report 2018 del Banco Mundial, la diferencia entre las tasas de préstamos y depósitos en el Perú asciende a 14,4%, superando notoriamente al promedio exhibido por los países de América Latina (8,7%) y de la OCDE (3,3%). Según el Banco Mundial (2015), este nivel incluso es el más alto entre los países con similar grado de profundización del crédito… el sistema financiero del Perú es uno de los más costosos no solo en América Latina, sino en el mundo… en el Perú las microempresas pueden llegar a pagar tasas de interés anuales que en promedio son 4,5 veces superiores a las que pagan las grandes empresas”: así dice el documento oficial de la Política Nacional de Competitividad. Pero el MEF neoliberal no mueve un dedo para ajustar a los bancos y defender a la gente de sus abusos.

Para poder cobrar altas tasas de interés mantienen escaso el crédito. Apenas 5 por ciento de las microempresas peruanas y 43 por ciento de las pequeñas empresas logran tener acceso al financiamiento. El porcentaje de microempresas con acceso a financiamiento ha caído de 5,6% a 4,6% entre 2013 y 2017 según el Global Findex del Banco Mundial. Según el Índice de Competitividad Global 2018 estamos en el puesto 82 en cuanto a cantidad de crédito al sector privado y en el 95 respecto a créditos a pequeñas y medianas empresas.

El crédito es un área en la cual desde las reformas neoliberales de Fujimori se ha permitido un oligopolio abusivo de unos pocos bancos. Los defensores del modelo, “El Comercio” y los medios concentrados en manos de la Confiep nunca dicen que el 33,5 por ciento de empresas no pide créditos porque los intereses son muy caros y otro 11 por ciento porque los trámites que piden los bancos privados son demasiado pesados; aunque siempre resaltan el peso de la “tramitología” del estado nunca hablan de cómo los oligopolios privados no nos hacen nada fácil la vida a los consumidores.

El costoso para el país es enorme. Ante la falta de crédito para poder avanzar sus inversiones y modernizar su tecnología, a las empresas pequeñas y medianas se les hace muy difícil salir adelante. Las que logran obtener un crédito, les sale carísimo, lo que desde luego tiene unas grandes ganadoras, que son los grandes bancos que dominan el mercado.

HAY ALTERNATIVAS DE MERCADO

¿La única opción sería controlar las tasas de interés como quien controla precios, con una política “chavista” como la usada de pretexto por Dionisio Romero? La respuesta clara es No. El gobierno tiene a mano potentes instrumentos de mercado para enfrentar este oligopolio.

En primer lugar, el estado peruano tiene un gran montón de dinero depositado en los bancos privados sin sacar mayor provecho de ello. El total de dinero del gobierno en manos de la banca, sumando el tesoro público y las empresas públicas, asciende a fines de setiembre a 96 mil millones de soles, una enorme suma que podría usarse para el desarrollo nacional en vez de alimentar las ganancias del oligopolio bancario.  

Por otro lado tenemos diversas instituciones públicas que facilitan financiamiento a sectores productivos. Está Cofide, concentrado en darles fondos baratos a la banca privada para que ellos presten y que a lo largo de diversos gobiernos ha andado de tumbo en tumbo, con crisis a las que los lobbies y corruptelas no han sido ajenas. Está el Agrobanco, que languidece tristemente al ver su financiamiento bloqueado por el Ministerio de Economía y Finanzas. Está el Banco de la Nación, que tiene la red de oficinas con la mayor cobertura geográfica y un enorme mercado con los miles de trabajadores públicos y pensionistas a quienes paga todos los meses, pero que no da préstamos productivos. El problema es que son empresas financieras débiles y dispersas, al extremo que nadie piensa en ellas como una posibilidad de financiamiento. Si se articularan e integraran esas diversas instituciones y se les otorgara un buen respaldo financiero, las micro y pequeñas empresas podrían tener más crédito en condiciones menos onerosas.

No se trata, por cierto, de soltar el dinero irresponsablemente sino de dar crédito para el desarrollo productivo, haciendo además que el mercado financiero sea más competitivo y controlar los abusos del oligopolio dominante. El objetivo debe ser la diversificación productiva promoviendo empresas privadas; muy lejos de una propuesta “comunista” o “chavista”. En todo el mundo los bancos públicos tienen prestados la friolera de 38 trillones de dólares, un 20% de todos los préstamos bancarios del mundo alcanzando el 48% del PBI global. En Europa alcanzan 30% del total. Alemania tiene, además de la conocida KfW, otros 16 bancos de desarrollo. El despegue industrial de Corea en los 70s estuvo apoyado por hasta 50% de crédito orientado por planes nacionales. China además de tener un sistema bancario casi totalmente estatal, tiene el China Development Bank con 1,6 trillones de dólares en préstamos. Las experiencias de bancas públicas apoyando el desarrollo son múltiples y de larga historia. Pero en el Perú desde Fujimori y el neoliberalismo, no tenemos un banco público de fomento productivo porque Romero y Rodríguez-Pastor no quieren que haya competencia.

Acá el discurso neoliberal y los intereses monopólicos se dan la mano. Por un lado, está el discurso sobre la importancia de dejar al “mercado libre”, de que el estado no intervenga porque eso sería el desastroso “chavismo”, bla, bla, bla. Por el otro, hay cuatro grandes bancos que controlan el mercado y nos imponen los cobros más altos del mundo, al decir del Banco Mundial. En el medio, los banqueros tienen exoneraciones tributarias especiales por 838 millones anuales, sostenidas legalmente por Keiko y PPK, a su vez comprados por maletines llenos de fajos de dólares.

LA POLÍTICA MONETARIA

El gobierno podría usar SU dinero y poner su propia banca para enfrentar estos bancos abusivos. Pero el estado tiene una herramienta aún más potente.

En todo el mundo los bancos centrales pueden subir o bajar las tasas de interés. ¿Cómo lo hacen? Como el BCR controla los soles en circulación, puede bajar las tasas poniendo más dinero en circulación. Así lo hacen la Reserva Federal estadounidense, el Banco Central Europeo y el Bank of Japan, los tres más poderosos del mundo, así como los bancos centrales de Chile, Colombia, México o Brasil, por mencionar algunos de los vecinos. Desde luego, si hubiera más crédito y menores tasas de interés, se facilitaría la inversión productiva; con un banco de desarrollo ese empuje llegaría más a los pequeños y medianos empresarios, a la industria, las nuevas tecnologías y el agro.

Estados Unidos, Europa y Japón desde hace años tienen políticas monetarias que buscan mantener la inflación baja y que se logre el crecimiento potencial y el pleno empleo. Para eso desde la crisis financiera de 2008-2009 redujeron la tasa de interés y la mantienen muy bajita, lo que promueve la inversión y el consumo. No es algo nuevo, la Reserva Federal gringa ha reducido sus tasas de interés las últimas tres recesiones que han enfrentado.

Lamentablemente eso no es lo que hace el BCR peruano. El BCR ha mantenido altas las tasas de interés aunque la falta de demanda ha frenado la economía urbana.  La industria produce y contrata menos que hace 4 años, en un contexto en el que 300 mil jóvenes entrar cada año a buscar chamba y tenemos más de medio millón de venezolanos saliendo a la calle para ver como subsistir. ¿Quiénes han decidido esa política? Un directorio en el que destacan, además de su presidente neoliberal muy amigo de los banqueros, los fujimoristas José Chlimper y Rafael Rey. ¿Será que esa política que mantiene frenado el crédito y altas tasas de interés en beneficio de los grandes bancos, no se relaciona a los maletines llenos de dinero recibidos por doña Keiko Fujimori?

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